lunes, 26 de enero de 2015

Post mortem

Siempre me he preguntado qué pasa con nuestra alma y nuestros recuerdos a la hora de morir. ¿Será cierto lo que dice la biblia eso de que “ polvo eres y al polvo volverás”¿No queda nada de nosotros en esta tierra? ¿No existe una vida espiritual, un alma, o una próxima vida por vivir? ¿Tan solo nos reducimos al polvo?
Me cuesta creer que la muerte tenga esa facilidad de llevarse lo mejor de nuestras vidas y también lo peor. Si soy sincera me daría terror morir y ser un ente por decirle así, un ente que pueda pasearse por el mundo de los vivos sin dar mayor señal de su presencia, odiaría ver a mi familia sufriendo y odiaría aún más que con el paso del tiempo todas mis vivencias no fuesen más que recuerdos.
No es fácil olvidar, olvidamos a personas que aún viven y es aún más fácil olvidar a quienes se han dormido en la muerte, somos frágiles en todo sentido, pero lo somos aún más cuando se trata de olvidar. El paso del tiempo es implacable y lo de que hoy tanto duele con el pasar de los días va pasando.
Me siento inconsecuente al querer seguir una vida más después de la muerte, y a la vez ser solo polvo. Se vuelve difícil tratar de poner un orden a los pensamientos más si se trata de la muerte. Está claro que no estamos hechos para la pérdida de un ser querido y quizá tampoco estamos hechos para una vida eterna.
Pienso en lo caótico que sería mi mente si tuviese la opción de ser un alma en pena, quizá la muerte solo sea un eterno descanso, descanso a las malas decisiones, a la difícil vida, al sufrimiento, a carencias afectivas, o dolores del alma. Un descanso a tanta pensadera un descanso a los dolores de la vida.

Pero sigo insistiendo que sería interesante poder tener ese descanso eterno, sin sufrimientos… pero si con cada foto, con cada olor, con cada recuerdo que alguna vez nos hizo sentir tan vivos. La muerte debería ser el equilibrio perfecto entre lo mejor que tuvimos en vida y ese tan ansiado descanso eterno. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario